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Testigo de ello es mi piel reseca;
mi rostro lleno de arrugas delata mi dolor.
Tú, Dios mío, me persigues con encono;
como fiera, rechinas los dientes contra mí.
¡Me clavas la mirada, como un enemigo!

10 »Mis enemigos se ponen de acuerdo,
y hablan contra mí y me dan de bofetadas;
todos a una me humillan y me golpean.

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